EL DEBATE POR LA DECISION DE QUE VARGAS LLOSA ABRA LA PROXIMA FERIA DEL LIBRO
Con menos decibeles, el malestar sigue
Carlos de Santos, presidente de la Cámara Argentina del Libro y destinatario de las dos cartas de Horacio González, dice que “lo más importante es tratar el problema y buscar soluciones que contemplen todas las opiniones y posiciones”.
El “caso” podría caratularse como el significado que tiene darle la palabra a un escritor. Un peso pesado, en más de un sentido. “No es una lucha de barras bravas por la camiseta; es un debate de ideas y todos tienen derecho a opinar.” Carlos de Santos, presidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL), el destinatario de las dos cartas que escribió el director de la Biblioteca Nacional (BN), Horacio González, sintetiza el estado de la polémica que se generó al elegir a Mario Vargas Llosa para la apertura de la 37ª edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. “No hice ninguna declaración hasta ahora; preferimos bajar los decibeles porque cada uno que habla multiplica los ruidos. Pero no significa desconocer el malestar; el debate está bien y tiene que continuar. Horacio es un intelectual que toma posiciones y argumenta. Lo respeto mucho y quiero que siga opinando”, subraya De Santos a Página/12. Coincide, en el planteo, Gustavo Canevaro, presidente de la Fundación El Libro, la entidad organizadora del encuentro que optó por aprovechar la visita del escritor peruano, el “primer Premio Nobel que abriría la Feria”.
De Santos cuenta que la objeción del director de la BN está siendo considerada por la CAL. “La decisión de que Vargas Llosa inaugure se tomó en términos estrictos de valores literarios y conveniencia para la feria –explica–. Si uno pudiera traer un Premio Nobel a cada edición, sería magnífico. El escritor que habla durante la apertura tiene que ser representativo de la mayoría del millón de personas que visitan la Rural para que nadie se sienta agraviado; ésa sería la posición del sector.”
–Pero justamente son muchos los escritores, no sólo los denominados “intelectuales K”, que se sienten incómodos o agraviados porque le darán la palabra a Vargas Llosa. ¿Cómo se puede resolver este problema?
–Todo lo que diga hoy será un obstáculo para encontrar soluciones satisfactorias y cerrará el camino hacia la solución. Ahora lo más importante es tratar el problema y buscar soluciones que contemplen todas las opiniones y posiciones. Esto, como quedó demostrado, es un debate de ideas y no un cercenamiento de la palabra de un escritor. Que se abra el debate y que se discuta, para eso está la Feria. Y los libros.
Canevaro dice que la Fundación El Libro intenta ser “lo más pluralista posible, aunque sea difícil”. La opción por Vargas Llosa está en sintonía con la proyección del evento en la arena mundial. “La Feria es líder en América latina, pero le falta internacionalidad y un mejor manejo de la venta de derechos, que es por donde estamos comenzando a trabajar. Si la Feria tiene más resonancia mundial, ayuda a visibilizar esta zona tan austral.” A poco más de un mes de asumir como presidente de la Fundación El Libro, Canevaro sostiene la apertura del escritor peruano. Y apunta: “Me pareció muy positivo que la Presidenta haya intervenido. Me siento muy representado por este gobierno, con sus virtudes y sus defectos”. Un viejo anhelo de quienes organizan la Feria es que haya más presencia de premios Nobel. “Quizás a partir de Vargas Llosa se pueda tener una conferencia magistral de un Nobel en cada edición”, augura Canevaro. “Admito que estamos evaluando si la estrategia es la correcta. Nadie tiene ciento por ciento la razón; hay que escuchar y consensuar. Y hay que tener la valentía de tomar decisiones, pero también de corregirlas.”
Los escritores han recogido el guante lanzado por el director de la BN. Hay un malestar compartido. Tununa Mercado opina que invitar al escritor peruano a inaugurar la 37ª edición es “querer vestir a la Feria con el traje del éxito y aprovecharse de la música de fondo del Nobel”. “Esas vestiduras no pueden ocultar el sayal político y el discurso militante de derecha del nobelizado. Probablemente sea mejor que inaugure para que los que nos abstenemos de ir tengamos la fantasía gozosa de castigarlo con nuestra ausencia –ironiza–. De esos pequeños gestos irreverentes e íntimos se alimentan la literatura y la política. La participación de Vargas Llosa es una ‘pena menor’, que pone en evidencia la dificultad que trae pensar en lo político y en lo literario como dos estatuas intocables e inmarcesibles.”
Oliverio Coelho reflexiona sobre el rol de la presidenta Cristina Fernández. “Si hubieran bajado a Vargas Llosa de la inauguración, la noticia se habría extendido como un reguero de pólvora, se habría distorsionado y formulado así en medios internacionales: ‘Vargas Llosa censurado en la Argentina kirchnerista’. Digamos que la idea bienintencionada de González habría terminado pagándola el Gobierno. A esta altura, en un año electoral, gobernar es, sobre todo, no permitir fugas gratuitas de poder, no gastar pólvora en chimangos. Por eso el pedido de la Presidenta es el gesto inteligente de una política plantada éticamente respecto a los límites del Estado en la democracia. Si la intención de González es que la Biblioteca participe, en nombre del Estado, en las decisiones de un ente no gubernamental como la Fundación El Libro, debe trabajar en una propuesta seria, negociar la posibilidad de tener voz cuando se toman decisiones. Eso implicaría pasar de la carta a una praxis más difícil de articular, la Política, en la que el poder se negocia cuerpo a cuerpo.”
El escritor y psicoanalista Luis Gusmán avala la fundamentación del director de la BN. “Propone el pasaje de la objeción a la discusión, es decir, sitúa la cuestión en el campo de la argumentación y no de la ofensa”, pondera el autor de El frasquito. “Nadie ignora la posición política de Vargas Llosa, pero creo que hay un desplazamiento del problema, una falacia. La cuestión no es si Vargas Llosa inaugura o no inaugura la Feria del Libro, la discusión es con aquellos a los que se les ocurrió que podía hacerlo bajo el título del ‘primer Premio Nobel’ que tendría este honor, lo que indica que se trata de una cuestión honorífica. Pero como hace tiempo que el honor se confunde con el prestigio, es posible que se ignore que una cosa es la crítica a un gobierno y otra cosa es la falta de respeto a lo que en algún tiempo se llamó investidura presidencial, y que va más allá de cualquier posición partidaria.”
Por Silvina Friera, Página/12
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