viernes, 28 de enero de 2011

José María Pallaoro y el diamante más hermoso



NÉSTOR


Sos la piedra

con la que

construiremos

el diamante

más hermoso



a nuestro compañero, néstor kirchner

y a la gloriosa jotapé, la de ayer, la de hoy



José María Pallaoro nació en La Plata en 1959.Texto extraído de Los Ojos

Jorge Ariel Madrazo y un país que puede enamorar



ENVÍO

a N.K., i.m.


NO es verdad, hermanos,
dijo,
que este país no nos pueda
enamorar.
No hay que escuchar a los augures,
dijo.Y casi para mí
(lo juro) dijo:
Mire, choque aquí estos
cinco.
Le dije
que está bien que podíamos
poner pies a la obra
o manos a la obra o
lengua, dentición,
cartílago.

La saliva de la batalla, dijo,
quema, la muy dulce, la camisa, el amor.
Desde la multitud
sobrevuelan pájaros-silbidos.
Vénganse, hermanos,
luego dijo,
con su oxígeno elemental y
las frentes levemente
obstinadas. Valientes o
un acaso
titubeantes tal vez.

Suelten el puño, hermanos, dijo:
cuatro dedos:
murra del pueblo
y vendrán
los ademanes las generosas manos
de cuero
Yo, dijo, aquí vine aquí me quedo,
Que a lo largo lo ancho
Que el común
enemigo.
Estar a la altura y
demás, es sabido.
No dijo:
Aquí ya parto aquí me duelan, aquí
me apersono colectivo. Dijo:
tomen el buen uso
de la palabra, de
los sueños, de la batalla,

unidos, siempre,
dijo.


Jorge Ariel Madrazo nació en Buenos Aires en 1931. Poeta, narrador y periodista.

jueves, 27 de enero de 2011

Néstor, con una antorcha nueva en cada mano vas a volver cubriéndonos de gloria

NUNCA MENOS


Lágrimás que riegan todo el suelo en primavera

de tu mañana azul

que llora y ríe


Nombre que se talla para siempre en la madera

de los que sin estar

están y viven.

Voces que te nombran y se aferran al color

de esa insolencia alegre

que inventaste


Ríos muchedumbres de un subsuelo que volvió

para quedarse acá

para quedarse ¿Será verdad

que te fuiste con la historia

o será que aún no despertamos

y que con una antorcha nueva

en cada mano

vas a volver

cubriéndonos de gloria?


Nada más al sur de esa indómita armadura

hecha de ayeres

blindada de ausencias

mágica de amores y de sueños que perduran

sin arrumbarse

en ninguna puerta


Todas esas risas que viniste a restaurar

desde un recóndito

rincón dormido

hoy cubren las paredes que no pueden derrumbar

los que sin luz ni sol

están perdidos


¿Será verdad

que te fuiste con la historia

o será que aún no despertamos

y que con una antorcha nueva

en cada mano

vas a volver cubriéndonos de gloria?

Y esos mil jirones que dejaste en el camino

serán retazos si

de una bandera

marcas imborrables en el cuerpo

que elegimos

llevar hasta el final

y nunca menos.


(coro murguero)

Nunca menos

que ese fuego en la mirada

que las voces acalladas

retomando la canción


Nunca menos

que tu nombre en las banderas

que tu plaza siempre llena

de esperanza y de pasión


Nunca menos

que pañuelos en tu casa


Nunca menos

que justicia sin perdón


Nunca menos

que el paisaje repetido

de este sur tan aguerrido

y diciendo al fin que no


Nunca menos

que esas risas desdentadas

aguantando la parada

que supieron conquistar


Nunca menos

que un enjambre de morochos

arruinándoles la foto

a los que no vuelven más


Nunca menos

que los pibes en el centro


Nunca menos

que vivir con dignidad


Nunca menos

que la Patria que soñamos


Nunca menos

Ni un paso atrás.


Francisco Urondo y los bienes de un poeta


EL HIJO DE PACO URONDO DECLARÓ EN EL JUICIO EN MENDOZA

“Sirva de ejemplo de justicia”


Javier Urondo pidió que el enjuiciamiento a los represores que asesinaron a su padre y cometieron crímenes de lesa humanidad contra otras 23 personas sea útil para “toda la gente que no tiene reparación legal”. Hizo un relato pormenorizado de la historia del poeta.


“Mi padre militó con la palabra.” La definición pertenece a Javier Urondo, hijo del poeta, periodista y militante montonero Francisco “Paco” Urondo, asesinado el 17 de junio de 1976 por un grupo de tareas que intentaba secuestrarlo. “Mi padre no tenía bienes. Los únicos bienes que tiene son su familia, lo que ha escrito y el amor de la gente que lo quiere”, explicó ante los jueces del Tribunal Oral Federal 1 de Mendoza que juzga a diez policías y militares por el homicidio del poeta y delitos de lesa humanidad contra otras 23 personas. Javier Urondo desmenuzó ayer durante cuatro horas la historia de su papá, a quien no vio durante los últimos meses para evitarle riesgos mayores. Cerró el relato con la reivindicación de “la entrega de mi padre a sus convicciones” y la esperanza de que el primer proceso a represores en la capital de Mendoza “sirva como ejemplo de justicia por toda la gente que no tiene reparación legal”.


“Yo soy el hijo de Paco. Que él haya sido poeta me trajo ventajas y desventajas. Sus temas recurrentes eran la amistad, la lealtad, la coherencia”, resumió Javier Urondo, que en 1976 tenía 19 años y que también perdió durante la dictadura a su hermana Claudia Josefina Urondo, de 24 años, desaparecida en diciembre de 1976 junto con Mario José Koncurat.

“Mi padre fue un poeta que tuvo actividad política muy joven. Fue secretario de Cultura de Santa Fe en la época de Frondizi”, recordó. “Empezó a militar en el peronismo en el año ’70. Trabajaba en el diario La Opinión”, dijo. “Parte de su militancia fue cambiando de lo intelectual a lo político a través de mi hermana mayor”, agregó. Durante su adolescencia Claudia fue novia de Carlos Goldemberg y por su intermedio Paco conoció a Carlos Olmedo, fundador de las FAR, recordó Javier.

La primera caída de Urondo en prisión fue en 1973. “Cae con mi hermana y su mujer de ese momento en una quinta de Tortuguitas”, recordó. También “allanan mi casa y se llevan a mi madre. Se robaron todo, hasta el teléfono de Entel”, contó. “Viene la Policía Federal de civil, no se identificaron, entraron por los techos. Yo estaba con mi mamá solo, era chico. Pensaba que seguían a un ladrón, abrimos y había un tipo apuntándome con una ametralladora”, recordó.


Paco Urondo realizó una entrevista en la cárcel a los tres sobrevivientes de la Masacre de Trelew, que se publicó con el título “La Patria Fusilada” y que “queda como testimonio de las maneras de violencia que había con los presos políticos”, dijo. Poco antes de ser liberado gracias a la amnistía de Héctor Cámpora, Urondo “tuvo una pequeña sesión de picana” aunque “le restó importancia al tema”, recordó. Apuntó que “Julio Cortázar firmó por su libertad” y que “hubo mucho movimiento de abogados, se ocupó de él Ortega Peña”, luego asesinado por la Triple A.

Una vez liberado, “empezó a trabajar en el proyecto del diario Noticias, que se suspende por el golpe de Estado, cuando es enviado a Mendoza”. Javier dijo desconocer el motivo de esa orden de Montoneros. “Lo que seguro no hicieron fue cuidarlo”, afirmó. “Mi padre no hubiera decidido venir porque tenía una visión un poco más real, menos romántica, era más grande que los demás, estaba preocupado por los niveles de brutalidad de la represión”, recordó.

Con el traslado perdió todo contacto, aunque sabía que estaba con su compañera, Alicia Cora Raboy, militante de la Juventud de Trabajadores Peronistas y periodista de temas sindicales del diario Noticias, y con su hija Angela, una beba. En las páginas de La Razón leyó el comunicado oficial del Tercer Cuerpo de Ejército sobre el operativo en Mendoza. Esa noche, por un llamado de su hermana, supo que había muerto su padre. Un mes después, en la Costanera, otra militante que acompañaba a la pareja y logró escapar de los secuestradores le relató la cita envenenada, la persecución, los tiros, la última corrida de Alicia con la beba en brazos.


Javier destacó la valentía de su tía Beatriz Urondo, que “tuvo que lidiar con el recupero de Angela”. El cuerpo de Paco, en teoría un NN, fue trasladado en avión hasta Aeroparque y enterrado como NN en el cementerio de Merlo. “Es difícil entender el mensaje: una desmedida ostentación de poder”, dijo. “Pude hacer el duelo porque tengo la suerte de tener el cuerpo. La pregunta es dónde está Alicia, nos falta Alicia”, concluyó.


En Página/12 de hoy, 27 de enero de 2011

miércoles, 26 de enero de 2011

Roberto Díaz en memoria de José Luis Cabezas

JOSÉ LUIS

A la memoria de José Luis Cabezas


Nadie podrá nombrarte, de aquí en más,
sin sentir humillación por tu ausencia.
Fotografías las desdichas de nosotros
y nos miras desde el retrato.

Estás prendido con un alfiler ardiente
en el recuerdo;
cada mañana, tu herida sangra
apenas se nos ocurre abrir los ojos.

Estamos pidiendo justicia;
no vamos a dejarte en manos de tus asesinos.
Debes tener un poco de paciencia,
no somos buenos para encontrar la verdad.

Pero creo, José Luis, que esta vez triunfamos;
que esta vez tu sangre no quedará perdida
goteando por las rendijas de nuestra indiferencia
u olvido.

No queremos que te vayas a dormir definitivamente;
aún te necesitamos despierto, con el flash,
fotografiando nuestra noche,
introduciendo la lente en las trastiendas,
en el patio de atrás de un país
que no quiere, otra vez, las tinieblas.

Por suerte, te fuiste encendiendo la luz
y ahora hay una mañana entera,
un resplandor que está en el aire
y en todos nosotros, los que pedimos por vos.


En: Corazón que se abriga, 2000
Roberto Díaz nació en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, en 1938. Poeta, periodista y traductor
.

sábado, 22 de enero de 2011

Miguel Cantilo y tratando de dar amor por entre el frío de hoy



ADONDE QUIERA QUE VOY

Adonde quiera que voy
adonde quiera que esté
en mi silencio interior
yo siempre te encontraré.

Tú eres mi nube de paz
eres la sombra que da
y eres la luz que detrás
alumbra la inmensidad.

Adonde quiera que voy
adonde quiera que esté
yo siempre escucho tu voz
hablándome para bien.

Tu nombre brilla en la luz
el eco lo hace sonar
y desde el norte hasta el sur
parece todo abarcar.

Adonde quiera que voy
adonde quiera que esté
en mi silencio mejor
yo siempre te encontraré.

Tú eres mi ser superior
por alcanzarte yo voy
tratando de dar amor
por entre el frío de hoy
adonde quiera que voy.

En “Todo Miguel Cantilo”, Mutantia, 1983.
Miguel Cantilo (Buenos Aires, 9 de noviembre de 1949).

En “Adonde quiera que voy”, Miguel Cantilo y Punch, LP 1980.



Con Fabiana Cantilo, del CD “Clásicos”, 2005

viernes, 21 de enero de 2011

Ernesto Cardenal y un árbol plantado junto a una fuente

SALMO 1

Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido
ni asiste a sus mítines
ni se sienta en la mesa con los gangsters
ni con los Generales en el Consejo de Guerra
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano
ni delata a su compañero de colegio
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales
ni escucha sus radios
ni cree en sus slogans

Será como un árbol plantado junto a una fuente


En “Poesía de uso. Antología 1949-1978”, El Cid Editor, 1979.
Ernesto Cardenal nació en Granada (Nicaragua) en 1925.

Juan José Becerra y la verdad es producto de la sensibilidad, no de la razón

LO QUE CONTÓ MIRANDA…

Lo que contó Miranda fue que en su vida campestre entendió que para decir una verdad primero había que vivirla, y que el espacio de la verdad no era el lenguaje sino el de los cuerpos (cuerpos humanos y objetos). Y que los fenómenos que se daban en los cuerpos eran tan absolutos que ni siquiera necesitaban de la intuición para poder detectarlos: hablaban por sí solos. Y que la verdad como fenómeno, es decir, la verdad de los otros vista por uno, no podía tener continuidad, además de no tener interior (todas las verdades ajenas constaban de una sola cara exterior: su imagen). En el campo también descubrió que lo que se llamaba realidad estaba, efectivamente, en los hechos, es decir que todos los hechos eran reales o verdaderos pero que al sucederse deshacían la verdad inmediata con verdades nuevas y que, por lo tanto, no había ni hay ni habría nunca verdad o realidad residente o permanente. La hubo, la hay y la habrá siempre que sea transitoria (...) Persistir mañana en la verdad de hoy equivale a mentir ex profeso. La verdad es producto de la sensibilidad, no de la razón.


Fragmento de “Toda la verdad”, Seix Barral, 2010.
Juan José Becerra (Junín, 1965).
Juan José Becerra, entrevista de Silvina Friera en Página/12, 21 de enero de 2011.

Ezequiel Abalos y una suerte de pelea entre el alma y el intelecto


POEMARIO ROCKERO DE EZEQUIEL ABALOS
EL SOUNDTRACK DE LA DÉCADA


Por Federico Lisica


Al compilar textos de sus cinco libros de poesía, Roble acaba siendo un buen balance en verso de lo ocurrido entre 2000 y 2010. “Fue una década de autogestión”, destaca el conductor de FM La Tribu.

Roble podría ser considerado uno de esos box set que revisitan la trayectoria de un artista, regalan bonus tracks, material extra y le imprimen un sentido nuevo a lo confeccionado previamente. Esta antología poética de Ezequiel Abalos recopila los textos publicados en Dioptría (2001), Sí a la inseguridad (2003), Buen viaje (2005), Puño y Letra (2008) y Rayos catódicos (2010), más inéditos y grajeas de fanzines. “Cada uno de ellos era un ‘libro objeto’ en cuanto al diseño y tamaño”, explica. El primero, de papeles vegetales, “tenía que ver con la distancia focal, con lo cercano y lejano”. Buen viaje fue una serie de postales con textos de excursiones a México y España; Puño y letra nació de poesías escritas exclusivamente a mano. Y este último, que también viene a unificar los anteriores visualmente, partió de la premisa de “hacer un libro en serio sin chirimbolos y dejarse de molestar”, se sincera entre risas el periodista e investigador musical que, por otra parte, también publicó dos libros de cuentos: Tiburones e Ida y vuelta a la Boca.

Si apretamos el botoncito imaginario del audio comentario, Abalos explicará los conceptos que guiaron sus textos: los miedos post 2001, conocer otras latitudes, escribir bajo el influjo de la TV u oyendo el disco Solitaria felicidad de Ezequiel Cutaia. Para él, reflejan “los cambios” que vivió en la última década: “Es muy raro ver a todos los libros juntos, porque (el resultado) es muy ecléctico por las temáticas y mis momentos para escribir”. Tiene razón. Puede desmenuzar en tres actos los chistes de Matías Alé, maravillar con un ciego que se mueve como una gacela en el subte, hablar de amores, de injusticias y bueyes a encontrar. En Roble es Abalos quien, en primera persona, cuenta lo que percibe en la cotidianidad: “Yo no soy abducido por la escritura, en mi caso se da una suerte de pelea entre el alma y el intelecto. Escribo, y más aún en los últimos tiempos, no desde la denuncia sino ligado a lo que veo alrededor”.

Otro de los bonus es su carnadura rock: ahí están sus tres discos de poesía acompañado por músicos que le suman capas a sus palabras: en Dioptría lo acompañó el trío Fútbol y en ES3 lo hizo Axel Krygier. “Con los chicos de Fútbol la cosa se dio por la época de Más Bambino que nunca!. Hicimos presentaciones en vivo, escuchamos discos de Pinchevsky y comimos muchos asados. Después siguieron su camino pero seguimos comiendo asado”, lanza. Más allá de una cuestión sonora, hay otros principios que guían: “El rock tiene que ver con mi vida, con mi lenguaje y con una actitud. Con la intelectualidad oficial me separa justamente el rock: ellos tienen unos circuitos y formas que hacen que no nos acepten a mí ni a otros en el combo. La música rock es lo que hace que no nos entiendan”.

Esa decisión lo llevó a enmarcarse con la Feria del Libro Independiente y Autogestiva (FLIA), que va por su 16ª edición, se sumó a la UMI y, como buen fanático del registro oral, editó el libro Rock de acá, la historia del género contada por sus primeros protagonistas, además de continuar en FM La Tribu. “Creo que esta década fue muy de autogestión –analiza–. Uno va editando, aprendiendo, a veces en condiciones clandestinas. Ante eso, lo que perdió el rock lo está ganando la literatura y la poesía. Te prohíben, te clausuran, te tapan las ventanas y las puertas, y uno tiene que salir a pegar patadas para ver la luz. Eso te da más fuerza, te pone más picante a la hora de escribir.”


En Suplemento NO de Página/12, 20 de enero de 2011

Fernando de Leonardis y lo que en los ‘80 se llamaba dark

FERNANDO DE LEONARDIS
EL MINILIBRO ROCKERO DE FERNANDO DE LEONARDIS
RÁPIDO Y FURIOSO
Por Federico Lisica

En Entre la tristeza y la nada..., el sociólogo y periodista retrata al rock del último cuarto de siglo en sólo 23 páginas. “Se dejaron de hacer discos con concepto”, analiza.

Tan urgentes son sus palabras que ni usa mayúsculas, lo dice antes de que baje la temperatura de su sangre: “¿desde cuándo la mierda futbolera se había infiltrado en el rock? el deporte es enemigo del rock y amigo del fascismo. ya se veía esa cosa de cancha en los redonditos de ricota circa obras sanitarias y en los piojos. (yo estaba sorprendido, ya en aquel momento, cuando con mi grupo de rock compartí una fecha con los piojos en la facultad de ciencias sociales de la universidad de buenos aires: había fans con aspecto de hinchas)”. El sociólogo y periodista Fernando de Leonardis no hace gestos tribuneros en su nuevo libro. “Son textos de ficción con anclaje, microrrelatos, un género que se conecta con otros, hay prosa poética, cuentos. Usé mucho la diatriba en el sentido original del término, que era el discurso ético y moral que tenían los cínicos para polemizar y ofender a grupos y personas”, explica.

Las vivencias reales (“quiero provocar efectos de verdad y tomar la realidad para que sea ficción”) en el reducto under de finales de los ‘80 Mediomundo Varieté, taxis a la madrugada de un jueves, disquerías que venden cassettes y recitales violentos con embarazadas entre el público evocan, antes que recuerdos, axiomas de todo calibre. Todo en 23 pequeñas páginas que dejan al lector como un yonki con ganas de referencias, citas, y estáticas de un momento del rock antes de ser sacudido por Internet. Hay carajeadas contra un disco de Los Fabulosos Cadillacs, oprobios al Festival de la Solidaridad Latinoamericana (y a sus participantes), palos (Pandolfos) borrachos, apologías de Virus, emociones crudas al recibir un disco de Daniel Melero y más, mucho más en

Entre la tristeza y la nada y otros incidentes e intervenciones textuales de ultraizquierda, título de la obra, que De Leonardis escogió lejos de un mero “elemento decorativo”.
Aunque sin nostalgia, el autor cree que varias cosas han cambiado para el rock: “Las bandas under que están mencionadas ahí tenían un circuito que ya no existe. El sistema piramidal no está más, las que quedaron en el tendero circulan por una tradición oral, no había sellos independientes. Con los avances tecnológicos todo cambió, y yo no dejo de ser crítico con algunos: es evidente que se dejaron de hacer discos con concepto”.

De una película de Godard a su amado William Faulkner, de la retórica trotstkista a las teorías barthesianas, de batallas perdidas en el papel a sectarismos de clase, son varias las fuentes de esta obra. “Son pocas, en realidad, que puse en relación. Y además elegí un título impactante para romper las pelotas”, explica sobre la obra publicada por Casi Incendio La Casa en formato pocket rabioso, de 7x9 centímetros, hecho con sobrantes de papel. “Fui militante de izquierda”, marca De Leonardis. Con precisión y humor cáustico, el sectarismo aparece en los textos. “‘Eso no es de izquierda’, podrán decirme, pero lo que tomo de la izquierda es la idea de ruptura, incluso de patrones estéticos”, apunta. Así, en pocos renglones, De Leonardis hila el krautrock de Neu! con el proletariado que honra su condición histórica. Y también está el consuelo poético de un pibe que se pone a escuchar un disco de Los Encargados y fascina mientras ve un afiche trotskista pegado al techo. “Es un puto libro, no va a cambiar el mundo, aunque hable de uno”, dice De Leonardis. Y recomienda leerlo escuchando “lo que en los ‘80 se llamaba dark, el post punk tipo new wave, Bauhaus, The Cure, The Birthday Party”. Dark... ese pesar existencial”.


En Suplemento NO de Página/12, 20 de enero de 2011