domingo, 14 de julio de 2013

Alberto Szpunberg, dos poemas de Como el clavel del aire

Por eso el hombre elige la mesita de la calle...
                                               
Por eso el hombre elige la mesita de la calle
y observa las mutaciones del mundo en su derrumbe:
las pequeñas ramas hienden el aire y son raíces
que auguran catedrales de bosques gigantescos.
Sí, el hombre aún cree y cambia la brújula por la veleta
para saber exactamente la hora y el rumbo de irse.
La moza se para en la puerta del bar y lo mira:
el último destello se arremolina en su bandeja.



Él querría decirle que, algún día, se sentará ella a la mesa... 

Él querría decirle que, algún día, se sentará ella a la mesa
y será él quien le pregunte qué desea y ella quien le diga:
"un poema, por favor, corto de agua y ausente de llanto".
"Así era ella –le aclarará el poeta–, igual que una flor",
y todo será más claro, acaso el aire, el clavel, esta historia,
aunque en mi cabeza no deja de volar un pájaro insomne,
y me vuelvo por última vez para contemplar tanta belleza.


.
¿Qué razón siente un poeta para seguir adelante con la creación poética en tiempos raros para la poesía?

AS – La eterna razón de la sinrazón... La corazonada, digamos... Y no, no son tiempos raros para la poesía... Al contrario, Conrado: en un país que está viviendo un momento apasionante, en medio de una izquierda desenfocada y una derecha detestable, con añoranzas golpistas, los grandes ausentes, penosamente, son los poetas... Ellos se lo pierden.. Y en cuanto a la poesía, avanti morocha, avanti los claveles del aire...

sábado, 13 de julio de 2013

La CIA MECENAS DEL ARTE ABSTRACTO EN LATINOAMÉRICA

La CIA
MECENAS DEL ARTE ABSTRACTO EN LATINOAMÉRICA

Por José Antonio Cedrón

A mediados de la década pasada, Tom Braden, quien fuera dirigente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) durante la denominada guerra fría de los años 50, declaró en un explosivo documental transmitido por el canal 4 de la televisión independiente británica, que la División de Organizaciones Internacionales que encabezaba, coordinó y fomentó clandestinamente las más diestras ofensivas a favor del arte abstracto.

Se rió de su desfachatez con el mismo júbilo con que los poderosos de entonces venden hoy sus memorias (como si fueran sólo suyas) en mesas redondas, foros, programas televisivos, defendiendo el contexto (como si fuera también de su propiedad), a sabiendas que la audiencia ignora porque el pasado que vuelve no se baila, y aburre. Pero no se resignan.

Convencido de su tarea a favor de la libertad, Braden aceptó que la CIA fue el mecenas excepcional en la batalla por el éxito internacional de lo abstracto contra la influencia del comunismo, que se presentaba como “una perspectiva horrible para el mundo, dominado por las ideas estalinistas sobre el arte”.

Aún así, al interior de los cubículos, los expertos no se ponían de acuerdo.
Alcanza con saber que en 1947, el Departamento de Estado había tratado de organizar una gran exposición de arte norteamericano en el exterior, y se había visto obligado a un humillante retroceso después de los ataques de un pequeño grupo de parlamentarios, para los cuales el abstracionismo era “una forma de expresión degenerada, subversiva, paracomunista”.

Sin embargo, lo que fue malo ayer, puede ser bueno hoy.

Para que el mismo producto cambiara de cualidades, las máquinas recicladoras empezaron por las ideas, reduciendo los costos de inversión.

Tres años después, en 1950, durante la influencia generada por el senador Mc Carthy se desarrolló en plenitud la histeria anticomunista; los dirigentes más creativos de la CIA (muchos de ellos liberales graduados en Harvard y Yale) remaron clamorosamente contra la corriente con el objetivo de imponer en la escena internacional el arte abstracto “made in America”, en cuya novedad, frescura y creatividad veían un potente símbolo del llamado “mundo libre”.

Con la guerra fría a plenitud, la agencia financió en complicidad con banqueros, directores de museos, empresarios de elite y críticos, exposiciones internacionales de los más diversos y controvertidos exponentes del expresionismo abstracto estadounidense, como Jackson Pollock, Willem de Kooning, Mark Rothko, o Franz Kline, por ejemplo.

“Queríamos unir a los artistas —recuerda Braden—, también a los músicos, a los literatos y a todo su público en la batalla para mostrar que, al contrario de la Unión Soviética, Occidente y Estados Unidos en particular, eran devotos de la libertad de expresión y de los sucesos del intelecto sin barreras, en cuanto a lo que se puede decir, escribir, pintar, hacer...”.

En la frontera enemiga decían lo mismo, pero en edición rústica.
Para que esta unificación fuera posible, la CIA creó varias fundaciones-cortina en Nueva York en complicidad con críticos, directores de museos y millonarios que pagaron exposiciones en Europa y América Latina.

Con el afán de darle existencia y ganar reconocimiento en el mercado, tal apoyo secreto debía tener, como lo tuvo, la mayor penetración y todos los debates posibles que le fueran favorables ante el público y los mismos creadores.

Para administrar la intrincada red de fundaciones y de iniciativas, el servicio secreto también creó en 1950 el instrumento de difusión más grande del arte abstracto, el Congress for Cultural Freedom (Congreso para la Libertad de la Cultura), que abrió 35 sedes en el exterior y durante su apogeo empleó más de 300 personas.

El Museum of Modern Art, y el Whitney Museum de Nueva York, el Chase Manhattan Bank, de Nelson Rockefeller, diarios, revistas y medios audiovisuales tomaron parte activa en esta gigantesca promoción de los artistas abstractos.

La mayoría de los críticos, historiadores y sociólogos de la cultura entrevistados en el documental de canal 4 condenaron las pesadas interferencias de la CIA que, entre otras cosas, aparentemente ayudaron a Nueva York en la batalla contra París por la “supremacía cultural” mundial.

Pero Tom Braden no se arrepiente de nada:
“Estoy contento —asegura frente a la cámara— de que la CIA haya sido inmoral, si es que se puede llamar inmoral a la financiación secreta de lo que es esencial para la libertad del mundo”.

Según el documental, la CIA se sirvió del Plan Marshall para enviar dólares a organizaciones “culturalmente amigas” en Europa, y para la promoción del arte abstracto se apoyó también en una serie de revistas que financiaba en diversos países: desde la británica Encounter a la francesa Preuves, pasando por publicaciones de India y Australia.

Lo que no dijo el entusiasta Braden (tal vez debido a la fortaleza cultural de su formación), aunque lo sepa, es que para esos años en América Latina se tenía como agente de la CIA a un oscuro personaje de apellido Verias (o Veidas), de quien nunca se pudo comprobar si era uruguayo o brasileño, pero cuya estación cubría los países donde mayor influencia, asimilación y adhesiones podrían obtenerse.

Trabajó en las capitales de Uruguay y Argentina, como en ciudades de Brasil, donde debía “formar” críticos, galeristas, y coleccionistas  mediante el soborno y la falsa compraventa de obras para darle existencia al arte abstracto.

Pero la tarea principal era “comprar” medios de comunicación que, como en el negocio del disco, reciben “regalías”, no sólo por la difusión y defensa de esa línea política para las artes plásticas, sino por enfrentarla (sin decirlo expresamente) con el arte considerado “comprometido” o “socialista”.

Así, se crearon lujosas publicaciones, en las cuales se daban a conocer también los nuevos “críticos” de la “nueva” cultura, todos ellos pagados por el pragmatismo financiero elaborado por la CIA mediante fideicomisos.

Dos prestigiados galeristas con salones en el centro porteño de Buenos Aires, también fueron señalados en esa década, sin que se haya podido probar hasta la fecha su participación en el mercado doméstico. A menos que aparezca un Tom Braden sudamericano tan confiable como el original.

En un campo minado por veleidades egotistas y deserciones multicolor, la práctica fijó precedente, y tiene vigencia.

Lo cierto es que la línea hizo escuela en el sur.

Sabemos que una vez establecido el gusto oficial (el sentido estético) el comportamiento de los artistas en su mayoría trabaja por sí solo.

Esa conformidad compulsiva hace el resto y, por extensión, abre un poderoso segmento de impunidad y delación por el que puedan ser sacados del mercado aquellos motejados como “militantes” por su intransigencia.

Sin embargo, debido a la transformación de estos mercados y su globalización, el segmento tiende a borrar sus límites por la cooptación directa o indirecta de variados operadores, haciendo menos grosero, más sutil y engañoso el juego de la diversidad en el “mundo libre” del que Braden se ufana como pionero.

Con todo, sus confesiones del pasado sugieren una hermenéutica que debemos leer como memorias del presente.


Este trabajo forma parte del libro:
“La realidad miente más”, de próxima publicación.


José Antonio Cedrón nació en Buenos Aires en 1945. 
Poeta y escritor.

José Antonio Cedrón, cuatro poemas

ANTES DE YA NO VERTE...

Antes de ya no verte
te regalo los ojos donde estaban
cuando te vi.
Las palabras salvadas que atropellarán otras
cuando llegue la muerte con su tierra,
sus labios sin nada, sus lágrimas sin nada,
su paz sin nada.
Te regalo el espacio de la sobrevivencia
que se quede de mí,
ese pueblo con árboles y ríos,
el puerto y su inmigrante
desvelado de asombro.
Y antes de otros olvidos
sin firma, ni testigos, ni notario
la belleza que pasa apresuradamente
como una mariposa por la vida del tiempo,
el Cirque du Soleil con que interrumpo
el mundo, por ejemplo
la biografía de Cesarea Evora, que canta…
Y te regalo eso de andar diciéndote lo mismo
día y noche de lunes a domingo
siempre decir lo mismo
sin decirlo
porque lo sabés todo, como el sol y la luna
para que no se pierda.


A CARLOS DÍAZ, CAÍTO
        
Aquella plaza con sus monumentos,
sus árboles, sus sombras,
todo fue desplazado por el tiempo, destruido, perdido.
Y la suerte corrida por los próceres
casi desconocidos que la habitaban
–ese enigma tan vago–
se ha quedado en las piedras
de esos días. Y porque ya no existe, quizás, es sólo tuya.
La inquietante nostalgia que demoran
los sueños, como las viejas tumbas
de parientes que sólo conociste
por enorme retratos ovalados,
te pertenece ahora
que recorres el gesto para verlos,
levantando la vista
por arriba del hombro de tus vidas.
Mirarás ese cuerpo de una mujer
     de entonces
como a una mapa del mundo
tal cual era
cuando el amor le daba movimiento
y su boca era un juego
de intimidad dormida
que movía la noche.
Estarás junto a ellos, detrás, al lado,
en ellos.
En un desconocido recogerán tus ojos
la edad de aquel que fuiste
en el umbral de mármol
–antes de entrar al mar y regresar
     hasta hoy–
con la pena confusa del mismo desamparo.
Y te querrás en él
con los sobrentendidos de la ausencia.
La historia intransferible que esos cielos
     dejaron en tus manos,
te devuelve al anillo del primer inmigrante
     que pronunció tu tierra
y no vio estas miradas.
Con todo lo ignorado de esas muertes   
     reales
construyes el pasado que te anuncias.
El tiempo sobrevive reteniendo
     en sus manos
lo que desordenamos con las nuestras.


MIS MUERTOS NO SON DIOSES...

Mis muertos no son dioses
cambian con el peso de los años
me levantan de noche a caminar con ellos
me hablan del futuro, entre cenizas
piden un vaso de agua a mitad del camino
alzan la voz las manos la mirada
furiosamente
discuten con la vida
no son dioses.
Mis muertos se llevaron la cordura
apretada en el pecho
y la respiración empedernida
su rostro lentamente de la mesa
una impotencia extraña entre los dedos.
Mis muertos no son dioses
no cargan con mi vida ahora ni nunca
pero viajan en todo mi equipaje
son una certidumbre, no una carga.
Mis muertos no son dioses.


FUE DE NOCHE…

Fue de noche, tan frío, entre columnas anchas
después de habernos dado en la boca
en los dientes
como un temblor nos vimos,
había tanto y poco como en este presente
pasado sin saber.
Recogimos vestido para el viaje,
resistente vitualla, zapatos que duraran
la pasión del camino, días y noches semejantes.
Nos llevamos las cartas, los planos, embarcamos
y nunca imaginamos que aquellas pertenencias
fundarían ciudades, darían hijos, vientos,
estaciones de lluvia.
Aquello que era apenas una ilusión formada
a orillas de tu cama –donde pasan los ríos de un país–
crearía un delirio jamás domesticado.
Nunca pensé que fueras un espesor de sombras
que turbara los ojos,
el matiz de una ausencia que no puede escribirse.
Pasamos turbulencias, el azar intrigaba
yo tenía gitanas en mis manos
cruzaban por sus líneas
y eran como el olvido
que venía a buscarnos
y nunca supo nada de nosotros.

Puerto de Veracruz, México



José Antonio Cedrón (Buenos Aires, 1945). Poeta.