miércoles, 29 de mayo de 2019

GUILLERMO SAAVEDRA Y de pronto, nos brotan Fernandeces

Imagen: Télam

RADICHAS ENTREGANDO EL CULO AL GATO

Esta tribu gazmoña y en pañales
de ancianidad diarreica y mentecata,
de bolas amansadas en horchata,
falsea un atributo: ¡Radicales!

Resaca muerta de un pasado honroso,
a fuerza de dar vueltas en la Historia,
sirvieron a milicos y a la escoria
de un derechismo turro y ominoso.

Después de haber quedado como flatos
del carnaval oscuro y cambiemita,
se juntan, se apostrofan, regurgitan…
y vuelven a entregarle el culo al Gato.

Brama el Peludo allá en su tumba abierta
y Alfonso les dedica un “¡Pijas muertas!”.


A UN NASOGARCA OLIENDO PERONISMO

Alcanza con calarte esa merluza
que en lugar de la jeta llevás, Gato;
no hay más que verte recular de olfato
con gesto de poronga rantifusa:

eso que estás oliendo es peronismo,
esa verdad porfiada y poderosa
donde brillan la máquina virtuosa
y el chorizo del pueblo. Un abismo

de mierda embalsamada de palomas
te impide comprender la papeleta;
y esa turra emponchando su cajeta
no alcanza a protegerte del aroma.

Logueados en tu culo con parrilla,
tendremos internet y habrá morcillas.


A UN VACIADOR SERIAL ENHARINADO

Fue progre brevemente esta monada,
lo que dura un eructo en un tornado:
una Franja Morada fue morada
transitoria de su orto enharinado.

Enseguida aprendió a juntar billetes
en Alianzas espurias. El turismo
fue su curro inicial. Pero el juanete
se impacienta jalando siempre el mismo

papelito y ahora es consumado
vaciador de organismos oficiales.
En su jeta de jabalí merqueado

se reflejan sus vicios y sus males:
hoy sonríe de haber desempleado
a trescientos y pico de estatales.

 
CELEBRACIÓN TELÚRICA Y FERNÁNDICA

Y de pronto, nos brotan Fernandeces
como una convicción, como unas ganas:
Fernándicas nos brillan las mañanas,
tardes y noches, Fernandosas, crecen.

De golpe hay luz con zeta de Fernández,
el corazón late Fernandizado,
porque descubre al Gato atragantado
al ver que ya se acercan y son grandes

las pijas populistas y Fernandas
a desfondar su culo con levita,
su estolidez de anchoa cambiemita,
su palidez de pija muerta y blanda.

Qué hermoso que es cantarle a este sorete:
“¡Fernández y Fernández te la meten!”.

 
UN PELOTUDO ASIMILANDO UN GOLPE

Un chetiforro soba su neurona
para intentar asimilar el punto:
no entiende qué carajo es este asunto
de la Yegua y su fórmula campeona.

Más boludo, si cabe, que otros días,
como una flema presa de su gola,
empiezan a temblarle mal sus bolas
de nutria con afán de oligarquía.

“¡Nadie me dijo que tenía un hermano!
¿O acaso se presenta desdoblada
en presidenta y vice? ¡Qué cagada!”.
gime el Gato capón entre gusanos.

Su culo de termita ya lo siente:
Cristina se la pone hasta los dientes.

 
UNA YEGUA PASTANDO EN CAMPO AJENO

En el aguantadero de los garcas,
donde el olor a bosta de Anchorena
galguea ruinoso como un alma en pena
y tanto chichi se sintió jerarca,

en medio de la lluvia llegó Ella.
No vino con la espada que esperaban
los chetos y globertos pajas bravas:
habló sin furia y se incendió Pompeya.

Un contrato social pidió, brillante,
se cargó las tormentas y otras mañas.
Hablando de su libro hizo campaña
y afuera el pobreraje hacía el aguante.

En veintidós minutos, sin libreto,
Sinceramente, se garchó a los chetos.


CUESTA ABAJO REVISITADO

(Confesiones de un afásico presidencial.
Se sugiere imaginarlo en la voz incomparable del Mudo)

Si arrastré por este mundo
la vergüenza de ser forro,
despreciado por papá.
En la punta de la lengua
cuántas veces, enroscada,
una palabra taimada
fui incapaz de pronunciar...
Si crucé por los caminos
como un paria que el destino
se empeñó en desprestigiar;
si soy nabo, si soy cheto,
sólo quiero que hoy comprendan
lo difícil que resulta
para mí tratar de hablar.

Era, para mí, una cosa fiera,
cual si la Yegua volviera,
mi discurso de asunción.
Sabía que en mi boca no cabía
todo lo que me escribía
el gordito de Ecuador.
Ahora, cuesta abajo en mi rodada,
con la lengua acalambrada
ya no puedo ni versear.
Sueño con poder quedarme mudo
y haciéndome el pelotudo
veranear en Panamá.

Por lograr la presidencia,
tuve que fingir que hablaba
quedando como un huevón,
pero yo no comprendía
que, cada vez que fingía,
en cada frase dejaba
una enorme confusión.
Ahora, triste, en la pendiente,
solitario y ya vencido
yo me quiero confesar:
cuando parecía que hablaba
era otro el que parlaba
por el puto teleprompter
que ahora no funciona más.

Era, para mí, una cosa fiera,
cual si la Yegua volviera…
(etc.)

 
EL PEQUEÑO BIZNIKE MANDÓ FRUTA

Entre los pelotudos con diploma,
hay un boludo al cubo con hombreras,
pinta de chancho rengo con paperas,
cara de teta gris, de choto en coma;

fruto de un polvo mustio y con premura
de un chichi de Clarín de bolas frías
que la va de escribir filosofía
pero apenas supura mierda pura.

“El libro de Cristina vende mucho
porque ella les pidió a los intendentes,
esa banda peroncha y delincuente,
que lo compren de a miles”, dijo el trucho.

Trepanarán tu ojete de sofista
garompas de intendentes peronistas.


BUENOS DESEOS PARA BONADÍO

No aplaudimos tu cáncer, Bonadío.
No somos ni seremos el espejo
de esos turros con culo de cangrejo
vivando el cáncer de Eva en el baldío

de sus desarreglados corazones,
en la intemperie gris de sus cabezas.
Que pronto recuperes la entereza,
que la salud te vuelva de a montones,

que estés consciente, lúcido, sin mengua
de tus pocas virtudes de persona,
que tu carne resista la intentona
de la muerte pudriéndote la lengua.

Te queremos bien sano, mosca hervida,
para mandarte en cana de por vida.


Guillermo Saavedra (Buenos Aires, 7 de octubre de 1960). Poeta, escritor…

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