miércoles, 4 de julio de 2018

GUILLERMO SAAVEDRA La biblioteca que no dejó propina




 A UN FARABUTE EMÉTICO Y ABSURDO

Orondo en sus maneras eclesiales,
se encaramó al sillón dignificado
por Groussac y por Borges con modales
de piojo insustancial resucitado.

Vulgar refritador seudoprofundo,
creyó que ese sillón lo autorizaba
a echar gente, posar, conocer mundo
con plata que al Estado le chafaba.

Destruyó la excelencia construida
por Horacio González en diez años;
patinó en su retórica manida
de gorila cabal y extemporáneo.

Con más pena que gloria se va Alberto,
dejando de regalo varios muertos.




A UNA FURIA INDECENTE Y SUS RECETAS

Ya se sabe, fue dicho, no hace falta:
este cáncer parlante no descansa
regodeada en su salsa, como palta
rechoncha de mentiras y de transas.

Se conoce, resulta redundante
abonar con palabras las falacias
de este infame reptil gesticulante,
detestable piñata de desgracias.

Pero ocurre que siempre se supera
en su gesta incesante de buñuelos,
de bolazos, denuncias y zonceras
que dedica profética a los lelos.

“Hay remedio”, hoy nos dice, “la Argentina
sanará con la pródiga propina!”



Guillermo Saavedra (Buenos Aires, 7 de octubre de 1960). Poeta, escritor…

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