viernes, 7 de septiembre de 2018

ALEJANDRO ROBINO Escribir es percibir detalles




     Es tarde y aeroparque tiene poca gente en la sala de pre embarque esperando la salida de los últimos vuelos. Escribir es percibir detalles. Junto a la puerta nº10, veo dos carritos de limpieza: La acumulación me llama la atención y me despabila. Algo pasa. Junto a ellos, hay cinco empleados de limpieza. Busco. Hay tres carros más abandonados a lo largo del pasillo impoluto. Tras el vidrio, veo una mujer pegando corazones de papel en el vidrio de la manga. Los pega amorosamente y luego empieza a pegar letras. Llaman a embarcar en cinco minutos y otro panzón que también comienza a hacer la fila se fastidia:
     -Podés creer que viene ella -le dice a un muchacho que lo acompaña.
     -Mirá -descubre el joven el cartel improvisado- le pusieron "bienvenida".
     -¿No la entienden que ya está? Vení, nuestra fila es la de skypriority -y parten hacia su pequeño privilegio.
     Yo los entiendo. Lo que más detestan del pobre es que no se resigna. Esa fue Evita que les pudrió la cabeza. Y ahora esta.
     Decido escanear la hilera abandonándola. Quiero saber que se dice. Mi propia encuesta. Así que pago el costo de entrar último y voy recorriendo la erupción de comentarios cuando la deducción comienza a generalizarse. Comienza a embarcar el vuelo 1882 rumbo a Río Gallegos y el gusano humano, perezosamente se desplaza delante de mí. El cholulismo se manifiesta alertando cámaras, las pupilas sonrientes a muchos nos comulga, en tanto el odio rancio habla bajo hacia el costado. Cada tanto algún desdén se envalentona y toma vuelo. Soy el último. Presento el pasaje y el documento y me adentro en la manga. Dos hileras de trabajadores de diversos rubros escoltan el pasillo. La esperan en silencio. Van a blindarla con amor y para eso están ahí, poniendo el cuerpo. En el salón, las chicas y muchachos de limpieza tienen apoyada una mano contra el vidrio y también aguardan. Entro en la nave. Asiento octavo C. Junto a mí está el tipo del salón. Está pálido. Mientras me pongo el cinturón veo que toma una pastilla. Me sonríe nervioso y explica:
     -No me gustan los aviones.
     Ella llega rauda y se sienta en la segunda fila e inmediatamente se cierran las puertas del avión rumbo al despegue. Me puteo por no tener un ejemplar de "instrucciones" encima para regalarle. En la pista varios brazos se levantan con los dedos en V. El chabón observa por la ventanilla y resopla.
     -Encima esto. Te juro que no entiendo.
     -Estoy seguro. La mezquindad aliena.
     -No entiendo.
     -Que cagar más alto que el culo llena la cabeza de mierda.
     Y le sonrío, abocándome a la lectura de la revista de la aerolínea. Entre el cagazo del vuelo y el desconcierto, se queda en el molde. Tuvimos un viaje de silencios paralelos.
Hoy bajo a desayunar. El Hotel es paquete y todos hablan bajito, para adentro, como conteniendo un pedo. Lo veo al joven desayunando, me reconoce y le hace un comentario al gordo. Levanto el brazo izquierdo, hago la V y exclamo fuerte y claro:
     -Buenos días.
     No necesito de nada más. Solo basta recordarles mi esperanza para joderles el día.


Alejandro Robino, argentino, dramaturgo, director teatral y docente.

1 comentario:

  1. Qué texto hermoso para estos días tan tristes! Gracias Alejandro Robino. Gracias José María.

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