MALES
En un programa televisivo, de esos que
llenan espacios, el escritor inútil Federico Andahazi se dedicó a historiar las
raíces místicas de la administración macrista. Entrevistó a una vidente, de
nombre imposible de retener, que mencionó que vivía en el exterior y que había
sido convocada para “limpiar” la residencia presidencial. Andahazi, de cejas
pintadas con betún y barba candado de falso encantador de serpientes, observaba
a la vidente con los ojos entrecerrados. La estrategia era ramplona: poner un mensaje
político en clave de misterio. Los efluvios del kirchnerismo, segregados por
íncubos del inframundo, debían ser neutralizados porque constituyen la
sustancia del mal, un mal que podría instilar sus poderes en los nuevos
habitantes de la casa.
El filósofo de la felicidad, Alejandro
Rozitchner, posee un refugio en la Casa Rosada. Nadie conoce sus horarios de
labor, ni las comodidades que goza, pero algo se ha especulado sobre su sueldo,
un estipendio que asustaría a un banquero. El filósofo se encarga de elaborar
frases, corregir discursos, escribir algunos pliegos y, casi seguro, dormir la
siesta. A juzgar por su porte, por su expresión de somnolencia y su barriga
podríamos decir que es el ejemplo vivo de la felicidad posprandial, una
felicidad sólo accesible luego de un platazo de macarrones con estofado. Este
chamán aconseja al Presidente antes de cada aparición pública y es autor de la
famosa respuesta: “Esa te la debo”, que esgrimió el Ingeniero Macri al ser
consultado en una conferencia de prensa. Para el filósofo de la felicidad, el
bien está en “sincerar las cuentas y limpiar la corrupción y la mentira,
implica pasar un año mal”.
La gobernadora Vidal suele hacer
recogimientos espirituales en la Ciudad de Rodríguez. La acompaña su gabinete y
cuatro o cinco iniciados que se dedican a la digitopuntura, la velomancia y la
numerología. La señora Vidal ve con desconfianza “las malas actitudes de los
gremialistas docentes”.
El diputado Eduardo Amadeo, haragán
proverbial, rentado perpetuo, correveidile, alcahuete con pinta de mayordomo de
estancia, solicitó a los Decanos de las Facultades de la UBA la lista de los
alumnos extranjeros, de países limítrofes, alegando que hay que conocer al
dedillo la historia académica de los mismos para saber si abusan de la
gratuidad de la educación universitaria argentina y si son dignos de la misma.
Amadeo afirmó que “el mal está donde menos lo pensamos”.
El senador Miguel Ángel Pichetto está
seguro de que muchos de los males del país se deben a la migración incontrolada
de paraguayos, bolivianos y peruanos. Para Pichetto, el “mal se expresa en el
adormecimiento de las costumbres”.
El diputado Olmedo apuesta doble contra
sencillo que un muro de contención fronterizo sería la solución contra los
narcos y malentretenidos que atraviesan la frontera para corromper a la
juventud de nuestro país desde Bolivia. Además, Olmedo es un declarado homófobo
y empleador negrero de peonada. Para este diputado “el mal es algo importado ya
que los criollos son nobles por naturaleza”.
El actual agregado cultural en la Embajada
de Alemania, señorito Lopérfido, de crines teñidas con tinta Pellikan y aspecto
de reaparecer vivo luego de una juerga de malhechores, porfía, gracias a sus
investigaciones, que la cifra de desaparecidos no alcanza las 30.000
víctimas sino que se trata de un número mucho menor. La cifra, según sus
sesudas pesquisas, fue abultada por el kirchnerismo para favorecer a una
multitud de clientes políticos que se vieron beneficiados por planes de
reparación. Lopérfido juró que éste era uno de “los males de la sociedad
argentina”.
El Ministro de Economía, Nicolás Dujovne,
afirma que el país se recupera luego de haber pasado por una hecatombe.
Para Dujovne, el mal es “haber tenido una economía cerrada”.
En su columna de opinión, el señor van der
Kooy escribió, hace un tiempo: “El Presidente ha comenzado a interpelarse sobre
la metodología del vínculo con la diputada. Tal vínculo es políticamente
ineludible. Pero aspira a garantías diferentes. Complicado. Dedica horas a los
encuentros personales con Carrió. Los entendería como una especie de terapia
para controlar a la mujer. Pero ella posee la velocidad de una liebre: “Suponen
que me contienen. Pero yo les anticipo lo que estoy dispuesta a hacer”. Ha
sellado con Macri una relación cordial. Aunque presume que el ingeniero continúa
arrastrando un costado oscuro de su historia cuyo origen habría que rastrearlo
en las raíces familiares. La diputada estaría dispuesta a exorcizarlo de todos
aquellos males que lo acechan”.
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