DEFENSA ENCENDIDA DEL BALCÓN
A Eva, en memoria
Mientras el ridículo rubicundo
bailaba, como en el quincho
de su quinta, y ella entonaba
cumbia en karaoke, yo pensaba:
¿podrá vivir el año que viene
la gente humilde del país?;
¿los jóvenes, los vecinos
podrán respirar, hablar tranquilos?
Mientras como zopenco bailaba
y reía, yo pensaba, pensaba,
y miles seguramente pensaban,
en la historia entrañable y grande
A Eva, en memoria
Mientras el ridículo rubicundo
bailaba, como en el quincho
de su quinta, y ella entonaba
cumbia en karaoke, yo pensaba:
¿podrá vivir el año que viene
la gente humilde del país?;
¿los jóvenes, los vecinos
podrán respirar, hablar tranquilos?
Mientras como zopenco bailaba
y reía, yo pensaba, pensaba,
y miles seguramente pensaban,
en la historia entrañable y grande
de ese balcón, y en cuánto
costaron los laureles y tristezas
entre las sombras, los bordes
y los hachazos de estos años.
Mientras el ridículo rubicundo
bailaba, como en el quincho
de su quinta. (Cómo bailaba, dios,
había que ver cómo bailaba…)
La historia era polvo, manojo
de ruina en sus pasos; y era
un baldío de fantasmas la Plaza
de niebla hundida y de olvido.
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