jueves, 16 de enero de 2014

El adiós a Juan Gelman

Juan Gelman

Por EDUARDO JOZAMI

¡Quien pudiera agarrarte por la cola
magiafantasmanieblapoesía!
¡Acostarse contigo una vez sola
y después enterrar esa manía!
¡Quien pudiera agarrarte por la cola!



     Estos versos abrían el primer libro publicado por Juan Gelman. El autor de Violín y otras cuestiones renovaba, en la portadilla de ese texto juvenil de 1956, lo que ha sido siempre el propósito mayor de los poetas, encontrar el secreto de la poesía, saciar esa sed de absoluto -insaciable por principio-que llevaría al Gelman maduro a frecuentar a los místicos, a la lectura y relectura de San Juan de la Cruz. Entre el joven militante comunista cuyos versos sobre el barrio y el mundo mostraban la fuerte influencia de Vallejo y de González Tuñón y el poeta de lo que él llamaría una poesía más abstracta, de los juegos que expandían el sentido de las palabras, denotando un propósito de refundar la lengua, pasó mucho tiempo y mucho mundo, pero aquel propósito inicial siguió orientando su obra. Seguramente, Juan no llegó a consumar ese definitivo matrimonio con la poesía, aunque pocos deben haber estado tan cerca de lograrlo, felizmente, tampoco pudo nunca "enterrar esa manía".

     En la obra de Juan Gelman puede leerse la historia del siglo. Los entusiasmos revolucionarios de los '60 a los que nunca renunció pese a su disposición a revisar y criticar todo lo necesario, el exilio y la angustia por los compañeros queridos, la lucha por los Derechos Humanos y el empeño inagotable en la búsqueda de sus familiares desaparecidos, la denuncia perseverante de un mundo desigual, el cuestionamiento de las viejas y nuevas formas de dominación que analizaba en sus notas periodísticas de Página 12. Sin embargo, a pesar de que como lectores, compañeros y amigos de Gelman lo asociamos necesariamente con la política, él resistía que se calificase su obra como poesía política, porque ni su compromiso político se agotaba en la poesía, ni ésta podía subsumirse en la política: "la ideología –decía- es sólo una parte de mi subjetividad".

     Deja una obra que ya ha merecido estudios muy valiosos pero que aún no nos ha revelado todos sus secretos. Habrá que releer esos textos que abordan las grandes preguntas, porque si todo gran poeta es un filósofo eso es aún más claro leyendo al último Gelman. Un filósofo de Villa Crespo que levantó vuelo para mirar desde arriba los gozos y miserias del mundo, sin perder nunca su estilo de porteño cachador. 

Eduardo Jozami
Director Nacional
Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti



Fuente: http://conti.derhuman.jus.gov.ar/default.htm

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