Juan
Gelman
Por
EDUARDO JOZAMI
¡Quien
pudiera agarrarte por la cola
magiafantasmanieblapoesía!
¡Acostarse contigo una vez sola
y después enterrar esa manía!
¡Quien pudiera agarrarte por la cola!
magiafantasmanieblapoesía!
¡Acostarse contigo una vez sola
y después enterrar esa manía!
¡Quien pudiera agarrarte por la cola!
Estos
versos abrían el primer libro publicado por Juan Gelman. El autor de Violín y otras cuestiones renovaba, en
la portadilla de ese texto juvenil de 1956, lo que ha sido siempre el propósito
mayor de los poetas, encontrar el secreto de la poesía, saciar esa sed de
absoluto -insaciable por principio-que llevaría al Gelman maduro a frecuentar a
los místicos, a la lectura y relectura de San Juan de la Cruz. Entre el joven
militante comunista cuyos versos sobre el barrio y el mundo mostraban la fuerte
influencia de Vallejo y de González Tuñón y el poeta de lo que él llamaría una
poesía más abstracta, de los juegos que expandían el sentido de las palabras,
denotando un propósito de refundar la lengua, pasó mucho tiempo y mucho mundo,
pero aquel propósito inicial siguió orientando su obra. Seguramente, Juan no
llegó a consumar ese definitivo matrimonio con la poesía, aunque pocos deben
haber estado tan cerca de lograrlo, felizmente, tampoco pudo nunca
"enterrar esa manía".
En la obra de Juan Gelman puede leerse la historia del siglo. Los
entusiasmos revolucionarios de los '60 a los que nunca renunció pese a su
disposición a revisar y criticar todo lo necesario, el exilio y la angustia por
los compañeros queridos, la lucha por los Derechos Humanos y el empeño
inagotable en la búsqueda de sus familiares desaparecidos, la denuncia
perseverante de un mundo desigual, el cuestionamiento de las viejas y nuevas
formas de dominación que analizaba en sus notas periodísticas de Página 12. Sin
embargo, a pesar de que como lectores, compañeros y amigos de Gelman lo
asociamos necesariamente con la política, él resistía que se calificase su obra
como poesía política, porque ni su compromiso político se agotaba en la poesía,
ni ésta podía subsumirse en la política: "la ideología –decía- es sólo una
parte de mi subjetividad".
Deja una obra que ya ha merecido estudios muy valiosos pero que aún no nos ha
revelado todos sus secretos. Habrá que releer esos textos que abordan las
grandes preguntas, porque si todo gran poeta es un filósofo eso es aún más
claro leyendo al último Gelman. Un filósofo de Villa Crespo que levantó vuelo
para mirar desde arriba los gozos y miserias del mundo, sin perder nunca su
estilo de porteño cachador.
Eduardo Jozami
Director Nacional
Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti
Fuente:
http://conti.derhuman.jus.gov.ar/default.htm
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