CARTA URGENTE AL PRESIDENTE DE LA
NACIÓN
Cambie lo que tenga que cambiar, pero
cambie ya. Reemplace a los funcionarios que no funcionan. Cambie de rumbo, y de
manera urgente, su política económica. Deje de preocuparse porque su ministro
de economía le hable a los mercados y al FMI. Transforme en épica nacional la
denuncia contra la espuria deuda externa que nos dejó el macrismo asociado al
FMI. Un pueblo lo acompañará. Salga de esa encerrona, por favor. Tenga un
ministro que escuche y le solucione los problemas a los laburantes y a la clase
media. Ponga plata en los bolsillos de los consumidores. Pero no monedas, sino
plata en serio. Falta plata para comprar la comida en los hogares populares,
Presidente. Convoque a los que saben de Comunicación para que de manera urgente
instalen un sistema de Comunicación gubernamental que hoy no existe. Barra a la
manga de alcahuetes e inútiles que lo rodean y no saben un pito de
Comunicación. Intervenga el canal público para que podamos tener programas
federales de debate político donde difundamos todos los días las obras del
gobierno, y el proyecto nacional y popular pueda expresarse libremente. Ordene
reemplazar allí los programas de banalización y juegos y timbas que no tienen
nada que ver con nuestra historia. Federalice la comunicación. Póngale cámaras
al trabajo hormiga y silencioso que hacen muchos y muchas funcionarias. Deje de
pagar las municiones (calibre pauta publicitaria) de los medios que se declaran
enemigos del gobierno y de la democracia. ¿Se imagina usted al General San
Martín asistiendo a los godos con caballos y mulas, cañones y fusiles?
Sabíamos, y lo venimos diciendo de hace rato, que de una crisis humanitaria
como la que genera la pandemia, se sale por derecha o por izquierda. (Perdón el
reduccionismo pero estamos apurados). O sea. No se sale por el medio, porque la
línea del medio se esfumó. Plata en el bolsillo. Vacunas a granel. Buena
comunicación popular. Y un pueblo movilizado. Acuérdese del programa “6, 7,8”.
Sí, ya sé; muchos de ustedes lo descalificaron diciendo que bajaba línea. Mire.
Era un programa que abría cabezas. Ejercía el pensamiento crítico desde una
toma de posiciones claramente definida. Por allí pasó Beatriz Sarlo y otras
preciosuras más de la derecha. Mientras hoy, algunos periodistas “amigos” creen
que aportan ejerciendo una visión alcahueta y mediocre de la realidad. Y para
peor, metiendo cizaña entre nosotros. Aún así no se detenga en largas jornadas
de reflexión y autocrítica porque hay que hacer todo ahora. El reloj rumbo a
noviembre comenzó su tic-tac. Presidente: yo le escuché decir alguna vez que
usted adscribe a esa sentencia que dice que en este siglo pos moderno ya no
existe la derecha ni la izquierda. ¡Pamplinas Presidente! La derecha es la que
excluye, reprime, hambrea a nuestro pueblo y es la que ganó las PASO. La
izquierda somos nosotros, el pueblo descalzo, aunque no nos guste que nos
cuelguen ese cartelito. Nosotros somos peronistas y por tanto, nos ubicamos a
la izquierda del teatro de la humanidad, tenemos una historia como pueblo con
dos siglos de experiencias en victorias y derrotas. De allí nace nuestra
mística. Frote la lámpara de esa historia y le aparecerán los Héroes de
Malvinas, los criollos que enfrentaron al enemigo anglo-francés en la Vuelta de
Obligado, las montoneras del Chacho Peñaloza y Felipe Varela, los pueblos
originarios que resistieron hasta su último lanza, los cabecitas mojándose las
patas en la fuente del 17 de Octubre, Evita diciendo que “aunque deje en el
camino jirones de mi vida yo sé que ustedes levantarán mi nombre y lo llevarán
como bandera a la victoria”, aparecerá Sebastián Borro gritando “Patria sí,
colonia no” desde el Frigorífico Lisandro de la Torre en plena Resistencia
peronista, aparecerán los 30 mil y Rodolfo Walsh y Paco Urondo. Esa es la
mística que nos hace falta hoy. Cuidemos a nuestros candidatos y candidatas y
pidámosles que levanten en alto la causa del feminismo y de la causa ambiental.
Por allí andan nuestros jóvenes; esperando más de ese peronismo que sabe
construir trabajo y menos de ese amiguismo hueco. Llegaremos a tiempo si se
hace todo ya. De lo contrario, se instalará un clima de época de derecha y
entonces sí, a llorar al campito. No le pida a la militancia que salga a
explicar nada. Es usted el que tiene el bastón de mariscal. Actúe rápidamente y
un millón de militantes orgullosos saldrá sin que nadie les pida, a decirles a
los vecinos y vecinas: “¿vieron que el Presidente los escuchó?”
Tic- tac. Tic-tac. El reloj de la historia nos marca la hora, Presidente. Aquí
no se rinde nadie. ¡Vamos que podemos!
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