MURIÓ UN CANALLA, SU MALDAD PERDURA
Puede ser que de chico haya tenido
un gesto de inocencia o de ternura,
pero el tramo más ancho de su oscura
existencia de turro malparido
estuvo consagrada al vil rosqueo
y al solapado oficio del sotreta:
catapultado por la servilleta
de un ministro campeón del trapicheo,
fungió de juez cagándose en la AMIA,
persiguiendo a Cristina sin razones
y entregándole el culo y los calzones
a los dueños del queso y de la infamia.
Su carne, que hoy reclama sepultura,
deja un reguero inmenso de basura.
Guillermo Saavedra (Buenos
Aires, 7 de octubre de 1960). Poeta, escritor…
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