UN DIENTE DE LEÓN EN LOS
INTERSTICIOS
DE ESTAS BALDOSAS
DE ESTAS BALDOSAS
Tres poemas
*
la muerte usa
tarjeta de débito
compra en cuotas cuerpos suntuosos
pasea por calle 12 seduciendo oficiales
viaja a Buenos Aires para echar al aire una cana
para echar varias canas al aire,
desprovista de remordimientos, culpas gravosas,
inciertas moralinas de escenario, sacude sus
caderas en la sala de espera de clínicas y hospitales,
nos guiña un ojo detrás del portón de los Buenos Sueños.
claro que tiene mala fama, pero eso es solo porque
no tiene un buen asesor de imagen,
los abogados de su bufete viven a ginebra y Netflix,
de toda esta historieta pulp le queda en la mollera
como tallados por la mano epiléptica de un niño
el nombre jeroglífico de un par de Aspirantes Eternos
a la Dicha. un réquiem a cajón cerrado.
los padres no debieran poder morir.
sería interesante que alguien diera la cara por Dios.
y explicara, sucintamente, de qué va el asunto.
compra en cuotas cuerpos suntuosos
pasea por calle 12 seduciendo oficiales
viaja a Buenos Aires para echar al aire una cana
para echar varias canas al aire,
desprovista de remordimientos, culpas gravosas,
inciertas moralinas de escenario, sacude sus
caderas en la sala de espera de clínicas y hospitales,
nos guiña un ojo detrás del portón de los Buenos Sueños.
claro que tiene mala fama, pero eso es solo porque
no tiene un buen asesor de imagen,
los abogados de su bufete viven a ginebra y Netflix,
de toda esta historieta pulp le queda en la mollera
como tallados por la mano epiléptica de un niño
el nombre jeroglífico de un par de Aspirantes Eternos
a la Dicha. un réquiem a cajón cerrado.
los padres no debieran poder morir.
sería interesante que alguien diera la cara por Dios.
y explicara, sucintamente, de qué va el asunto.
*
yo también quiero
escribir sobre los pájaros de mi patio,
detenerme en los nombres científicos de los insectos
cubrir mis versos con delicadas gemas y honduras
propias del alma del artista. yo no quiero ser monótono,
ni predecible, fastidiar una y otra vez con lo mismo.
además, bueno, como si valiese de algo. pero entonces
vienen a golpear las puertas de mis poemas los
fantasmas de los que mueren torturados en comisarías,
viene la niña cuyo padre murió ahogado tratando de
llevar pescado a la mesa, viene el nene que se pasa
el día de pie ante el semáforo, vienen los caballos
cansados de pedir disculpas, viene María, la mujer que
vive en la vereda de la ex facultad de Humanidades,
vienen los borrachos que chupan para olvidarse de sí mismos.
yo también quiero escribir bonito y sumergirme en ríos
y coquetear tempestades pero vienen a golpear la puerta
escribir sobre los pájaros de mi patio,
detenerme en los nombres científicos de los insectos
cubrir mis versos con delicadas gemas y honduras
propias del alma del artista. yo no quiero ser monótono,
ni predecible, fastidiar una y otra vez con lo mismo.
además, bueno, como si valiese de algo. pero entonces
vienen a golpear las puertas de mis poemas los
fantasmas de los que mueren torturados en comisarías,
viene la niña cuyo padre murió ahogado tratando de
llevar pescado a la mesa, viene el nene que se pasa
el día de pie ante el semáforo, vienen los caballos
cansados de pedir disculpas, viene María, la mujer que
vive en la vereda de la ex facultad de Humanidades,
vienen los borrachos que chupan para olvidarse de sí mismos.
yo también quiero escribir bonito y sumergirme en ríos
y coquetear tempestades pero vienen a golpear la puerta
del poema las
mismas mujeres que golpean
las puertas de las casas pidiendo ropa
y algo para comer. y se me llenan los ojos de
manos que señalan algo mirando el cielo.
las puertas de las casas pidiendo ropa
y algo para comer. y se me llenan los ojos de
manos que señalan algo mirando el cielo.
*
yo no tengo
grandes vicios.
el cigarrillo y la cerveza en medidas justas,
porque soy un asalariado
que debe despertarse a diario a las seis de la mañana.
no me quejo de nada y esa es la manera más ruin
de quejarse de todo. cuando despierto lo hago casi
siempre feliz. aunque más de una vez despierto con jaqueca.
desayuno entonces un actrón 600 y me quedo quieto
esperando que pase.
en el ropero hay una guitarra que nunca aprendí a tocar.
en la biblioteca hay libros que me acusan de haragán
y yo paso de lado tapándome los ojos.
se me murieron mascotas con llamativa frecuencia.
a veces dejo en la ducha una versión sucia de mí
y salgo del baño jurando que esta vez seré bueno.
el otro día sentí en la carne toda la maravillosa metafísica
de vivir, pensaba en Korn y en Ingenieros y el 273 se
detuvo en un semáforo entonces vi a la madre
que cargaba un embarazo y otro bebé al hombro
y andaba de ventanilla en ventanilla ofreciendo flores.
entonces uno debe agradecer la jaqueca
y los alumnos que se llevan la materia y golpean con
violencia las puertas del aula. no hay grandes vicios.
solo hay grandes ciudades. pequeños demonios
y una esperanza ebria de años más lindos que un beso.
está creciendo un diente de león en los intersticios
de estas baldosas.
el cigarrillo y la cerveza en medidas justas,
porque soy un asalariado
que debe despertarse a diario a las seis de la mañana.
no me quejo de nada y esa es la manera más ruin
de quejarse de todo. cuando despierto lo hago casi
siempre feliz. aunque más de una vez despierto con jaqueca.
desayuno entonces un actrón 600 y me quedo quieto
esperando que pase.
en el ropero hay una guitarra que nunca aprendí a tocar.
en la biblioteca hay libros que me acusan de haragán
y yo paso de lado tapándome los ojos.
se me murieron mascotas con llamativa frecuencia.
a veces dejo en la ducha una versión sucia de mí
y salgo del baño jurando que esta vez seré bueno.
el otro día sentí en la carne toda la maravillosa metafísica
de vivir, pensaba en Korn y en Ingenieros y el 273 se
detuvo en un semáforo entonces vi a la madre
que cargaba un embarazo y otro bebé al hombro
y andaba de ventanilla en ventanilla ofreciendo flores.
entonces uno debe agradecer la jaqueca
y los alumnos que se llevan la materia y golpean con
violencia las puertas del aula. no hay grandes vicios.
solo hay grandes ciudades. pequeños demonios
y una esperanza ebria de años más lindos que un beso.
está creciendo un diente de león en los intersticios
de estas baldosas.
León Peredo (San Justo, Argentina, 1978. Reside en
La Plata)
Foto: León Peredo
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