AYER,
HOY, LA MISMA HISTORIA, EL MISMO DOLOR, LA MISMA LUCHA
“Ya se sabe quiénes son los condenados a
pagar las crisis de reajuste del sistema. Los precios de la mayoría de los
productos que América Latina vende bajan implacablemente en relación a los
precios de los productos que compra a los países que monopolizan la tecnología,
el comercio, la inversión y el crédito. Para compensar la diferencia, y hacer
frente a las obligaciones ante el capital extranjero, es preciso cubrir en
cantidad lo que se pierde en precio. Dentro de este marco, las dictaduras del
Cono Sur han cortado por la mitad los salarios obreros y han convertido cada centro
de producción en un campo de trabajos forzados. También los obreros tienen que
compensar la caída del valor de su fuerza de trabajo, que es el producto que
ellos venden al mercado. Los trabajadores están obligados a cubrir en cantidad,
en cantidad de horas, lo que pierden en poder de compra del salario. Las leyes
del mercado internacional se reproducen, así, en el micromundo de la vida de
cada trabajador latinoamericano. Para los trabajadores que tienen «la suerte»
de contar con un empleo fijo, las jornadas de ocho horas sólo existen en la
letra muerta de las leyes. Es frecuente trabajar diez, doce, hasta catorce
horas, y más de uno ha perdido los domingos.”
Eduardo
Galeano, Calella, Barcelona, abril de 1978.
“Las
venas abiertas de América Latina”, 36ª edición, 1978.
Imagen:
Ricardo Carpani, Desocupados, 1959.
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