ACTO SEGUNDO. (Finiquitando)
Ingresan a escena los dos juristas y los dos profanos, los cuatro llevan puestos calzoncillos, traen consigo dos maniquís, uno vestido con toga otro vestido con ropa payasesca. También traen una lámpara.
Persona 1: (hacia el público): El aparato óptico de la representación, es un experimento que inventamos, en realidad fue inventado hace mucho tiempo, nosotros les vamos a explicar cómo es que funciona.
Persona 2: Ustedes son unos profanadores de lo sagrado, unos bárbaros y brutos.
Profano 3: El aparato óptico es exactamente un profanador, su uso demuestra que la historia ha construido una imagen de los juristas, una forma óptica sagrada, como efecto-representación pública de presentificación de lo ausente, o de lo muerto, y de la autorrepresentación que instituye el sujeto de mirada en el afecto y el sentido.
Persona 4: El abogado, ad-vocatus, el que “aboga por otro”, habla por él, se pone su rostro y habla en público mientras el otro silencia. Habla el que sabe, calla el que ignora.
Profano 1: Con esta maquinola se trata de poner al descubierto cómo un signo visible puede ocultar otro. Cómo hemos sido engañados por medio de un espectáculo hecho para pocos actores, pero dirigido al grán público.
Profano 2: El aparato óptico sirve para representar: exhibe, hace comparecer en persona que hace ostentación pública, construye presencias bajo una modalidad social codificada.
Profano 1: Paso a explicarles su mecanismo: Se pone la máquina enfrentada a los maniquíes. Ahora todos nos sacamos la ropa.
Todos se sacan la ropa y la devuelven a los maniquíes, el aparato se enciende de golpe y apunta a las vestimentas, se escucha un rudo extraño, como un trueno, salen luces de colores. Los actores se desparraman por el piso, se dirigen hacia los trajes y se los ponen ahora, los profanos se visten de juristas.
Jurista 2: ¡Pero claro!, para nuestra profesión es fundamental ocultar las minucias y miserias del representado, para luego representar las bellezas y magnitudes del representante. Lo excelso es lo apolíneo, diría Aristóteles. Lo bajo e impuro debe quedar afuera.
Profano 1: Sería más bello que nuestros queridos actores, quienes nos representan, no olviden el libreto que le hemos escrito especialmente.
Jurista 1: En una gestión de negocios así siempre habrá tarea demás para realizar, cosas que el libreto que nos han dado y que en modo alguno estaban previstas. Pero nosotros, con suma libertad podemos hacerles decir y así jugar a ser ustedes…
Profano 2: Con lo que usted está diciendo queda a la vista que representar es también ocupar el lugar de alguien a quien se da por muerto.
Jurista 2: No queda ninguna duda.
Profano 1: Es la efigie puesta en lugar del rey muerto sobre el lecho funerario.
Jurista 1: Cómo los sarcófagos egipcios.
Profano 2: La representación se funda entonces en mostrar el silencio de un muerto, y la voz de un vivo…
Profano 1: Un flor de vivo….
Jurista 2: Por favor, no injurie mi magistratura…
Profano 2: El espectáculo se dirige directamente a la imaginación produciendo un extraño efecto simbólico despabilador que produce creencia.
Jurista 1: Pero si estamos actuando, ¿quien habla a través de este actor es un muerto?
Profano 1: Si usted va a decir toda la verdad, entonces adelante…
Jurista 2: ¿Se trata de poner en duda toda forma de representación, no?, ¡Joderse entonces!
Jurista 1: Si trajeron esa maquinita, déjense de hipocresías, y hagan uso de ella contra todos los representantes.
Jurista 2: Profanen todo, y háganlo de manera radical…
Profano 1: (se dirige a su compañero) pero esto no tiene nada que ver con el radicalismo…
Profano 2: No seas tonto… nos están diciendo que dejemos de profanar o nos van a profanar a nosotros mismos.
Los profanos hablan entre sí, ponen cara de preocupados
Profano 1: Pero si usamos la máquina contra nosotros mismos, nos convertiremos en los actores de carne y hueso que estamos representando esta escena.
Profano 2: Es eso lo que nos están pidiendo… pero ya lo tengo (se dirige a los juristas), ¡hagamos un pacto!
Jurista 1: Adelante, diga, diga…
Profano 1: Nosotros seguimos actuando, y ustedes siguen con sus fechorías, rompemos la máquina, nos olvidamos de ella para siempre, nos independizamos de los representados.
Jurista 1: Ahora sí, ¡seremos libres!
Jurista 2: Libres con total impunidad para actuar…
Profano 2: Para seguir cobrando honorarios
Profano 1: Para seguir con nuestra murga, y nuestro carnaval, ¡destruyamos la máquina!.
Los cuatro toman unos palos y martillos que tienen a mano y comienzan a golpear la máquina hasta apagarla. Una vez que terminan, se miran entre sí. Se quietan la ropa, quedan nuevamente en calzoncillos. Y se dirigen al público, mezclándose entre ellos.
Los cuatro (entre el público y a los gritos): ¡Somos libres!
SÍNTESIS CONCLUYENTE. (Dejá la toga pibe y veníte a la fiesta)
Ingresan el autor y el director a escena, el primero está vestido con ropa carnavalesca, el director lleva puesta una toga:
- El Autor: Señor espectador, somos los padres de la criatura, los representantes de todo este artefacto estúpido. Aquí nos atajamos, por eso y también por cierto grado de culpa, nos hacemos absolutamente responsables de lo que acaban de ver. Si vino fallado de fábrica o les pareció un mero acto de esnobismo, sabrán disculpar o pedir la devolución de su dinero en la puerta. Gracias.
Ingresan a escena los dos juristas y los dos profanos, los cuatro llevan puestos calzoncillos, traen consigo dos maniquís, uno vestido con toga otro vestido con ropa payasesca. También traen una lámpara.
Persona 1: (hacia el público): El aparato óptico de la representación, es un experimento que inventamos, en realidad fue inventado hace mucho tiempo, nosotros les vamos a explicar cómo es que funciona.
Persona 2: Ustedes son unos profanadores de lo sagrado, unos bárbaros y brutos.
Profano 3: El aparato óptico es exactamente un profanador, su uso demuestra que la historia ha construido una imagen de los juristas, una forma óptica sagrada, como efecto-representación pública de presentificación de lo ausente, o de lo muerto, y de la autorrepresentación que instituye el sujeto de mirada en el afecto y el sentido.
Persona 4: El abogado, ad-vocatus, el que “aboga por otro”, habla por él, se pone su rostro y habla en público mientras el otro silencia. Habla el que sabe, calla el que ignora.
Profano 1: Con esta maquinola se trata de poner al descubierto cómo un signo visible puede ocultar otro. Cómo hemos sido engañados por medio de un espectáculo hecho para pocos actores, pero dirigido al grán público.
Profano 2: El aparato óptico sirve para representar: exhibe, hace comparecer en persona que hace ostentación pública, construye presencias bajo una modalidad social codificada.
Profano 1: Paso a explicarles su mecanismo: Se pone la máquina enfrentada a los maniquíes. Ahora todos nos sacamos la ropa.
Todos se sacan la ropa y la devuelven a los maniquíes, el aparato se enciende de golpe y apunta a las vestimentas, se escucha un rudo extraño, como un trueno, salen luces de colores. Los actores se desparraman por el piso, se dirigen hacia los trajes y se los ponen ahora, los profanos se visten de juristas.
Jurista 2: ¡Pero claro!, para nuestra profesión es fundamental ocultar las minucias y miserias del representado, para luego representar las bellezas y magnitudes del representante. Lo excelso es lo apolíneo, diría Aristóteles. Lo bajo e impuro debe quedar afuera.
Profano 1: Sería más bello que nuestros queridos actores, quienes nos representan, no olviden el libreto que le hemos escrito especialmente.
Jurista 1: En una gestión de negocios así siempre habrá tarea demás para realizar, cosas que el libreto que nos han dado y que en modo alguno estaban previstas. Pero nosotros, con suma libertad podemos hacerles decir y así jugar a ser ustedes…
Profano 2: Con lo que usted está diciendo queda a la vista que representar es también ocupar el lugar de alguien a quien se da por muerto.
Jurista 2: No queda ninguna duda.
Profano 1: Es la efigie puesta en lugar del rey muerto sobre el lecho funerario.
Jurista 1: Cómo los sarcófagos egipcios.
Profano 2: La representación se funda entonces en mostrar el silencio de un muerto, y la voz de un vivo…
Profano 1: Un flor de vivo….
Jurista 2: Por favor, no injurie mi magistratura…
Profano 2: El espectáculo se dirige directamente a la imaginación produciendo un extraño efecto simbólico despabilador que produce creencia.
Jurista 1: Pero si estamos actuando, ¿quien habla a través de este actor es un muerto?
Profano 1: Si usted va a decir toda la verdad, entonces adelante…
Jurista 2: ¿Se trata de poner en duda toda forma de representación, no?, ¡Joderse entonces!
Jurista 1: Si trajeron esa maquinita, déjense de hipocresías, y hagan uso de ella contra todos los representantes.
Jurista 2: Profanen todo, y háganlo de manera radical…
Profano 1: (se dirige a su compañero) pero esto no tiene nada que ver con el radicalismo…
Profano 2: No seas tonto… nos están diciendo que dejemos de profanar o nos van a profanar a nosotros mismos.
Los profanos hablan entre sí, ponen cara de preocupados
Profano 1: Pero si usamos la máquina contra nosotros mismos, nos convertiremos en los actores de carne y hueso que estamos representando esta escena.
Profano 2: Es eso lo que nos están pidiendo… pero ya lo tengo (se dirige a los juristas), ¡hagamos un pacto!
Jurista 1: Adelante, diga, diga…
Profano 1: Nosotros seguimos actuando, y ustedes siguen con sus fechorías, rompemos la máquina, nos olvidamos de ella para siempre, nos independizamos de los representados.
Jurista 1: Ahora sí, ¡seremos libres!
Jurista 2: Libres con total impunidad para actuar…
Profano 2: Para seguir cobrando honorarios
Profano 1: Para seguir con nuestra murga, y nuestro carnaval, ¡destruyamos la máquina!.
Los cuatro toman unos palos y martillos que tienen a mano y comienzan a golpear la máquina hasta apagarla. Una vez que terminan, se miran entre sí. Se quietan la ropa, quedan nuevamente en calzoncillos. Y se dirigen al público, mezclándose entre ellos.
Los cuatro (entre el público y a los gritos): ¡Somos libres!
SÍNTESIS CONCLUYENTE. (Dejá la toga pibe y veníte a la fiesta)
Ingresan el autor y el director a escena, el primero está vestido con ropa carnavalesca, el director lleva puesta una toga:
- El Autor: Señor espectador, somos los padres de la criatura, los representantes de todo este artefacto estúpido. Aquí nos atajamos, por eso y también por cierto grado de culpa, nos hacemos absolutamente responsables de lo que acaban de ver. Si vino fallado de fábrica o les pareció un mero acto de esnobismo, sabrán disculpar o pedir la devolución de su dinero en la puerta. Gracias.
- El Director: Si les gustó o acaso se sienten parte de todo esto, tenemos la esperanza que usen la toga de otro modo, no se separen del mundo señores, sepan disfrutar de la fiesta, del encuentro alegre de sus cuerpos. Gracias.
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