domingo, 2 de julio de 2023

PAULA ABAL MEDINA Conocer a Perón



UN PERONISTA MARECHALIANO

     Mi viejo, Juan Manuel Abal Medina, siempre sintió profundamente injusta la versión de un Perón que traicionó y que usó a la juventud... "Es una gran injusticia", nos dijo pila de veces, a mis hermanos y a mí. Y aunque todas sean versiones, el conocimiento directo del pensamiento, la estrategia y el sentir de Perón, su interlocución con él y con las distintas fuerzas del campo popular, incluso con los adversarios, lo ponen en un lugar privilegiado para contar quién fue el Perón del final. El General y su circunstancia. Y en medio de todo esto también contar la historia política suya y la de Fernando Abal Medina que son historias de una generación sobrenarrada. Sin embargo, creo que Conocer a Perón sale del barullo. Será mi viejo, pero más que una hija complaciente soy bastante hinchapelotas así que pienso que es válida mi recomendación de lectura.

     Mi página preferida de este libro es la que dice: "Me pidió que definiera políticamente a Fernando, y yo le dije cómo se definía él, sobre todo las últimas veces que habíamos hablado luego del regreso de su viaje a Cuba: “Le gustaba decir que él era un peronista marechaliano”. “¿Y usted, estimado doctor?”, me dijo. Le contesté: “Yo era un nacionalista, cada vez más marechaliano… y desde la muerte de mi hermano y si usted me lo permite, mi General, podría decir que soy un peronista marechaliano”. De inmediato, y haciéndose el solemne, dijo: “Entonces, queda integrado”."

     La cronología inicia desde que son niños y hermanos que comparten cuarto y una notable precocidad política. Crecen de golpe en conversaciones mano a mano con Marechal, José María Rosa, Jauretche, el padre Castellani, Alicia Eguren. Ella los llevó en 1959 a la toma del frigorífico Lisandro de la Torre. Fernando todavía de pantalones cortos y Juan Manuel con 14 años.
Bastante enseguida la reconstrucción de una escena imaginable pero igual impactante: Fernando conversando con Marechal sobre Megafón, o la guerra, ya en prensa. Y en especial sobre Rapsodia VI.

     El ajusticiamiento de Aramburu. Dice Juan Manuel: “Es un hecho que se decide para marcar dos épocas: el fin de la resistencia y el comienzo de la ofensiva peronista”. La muerte de Fernando. El velorio y las palabras de Mugica, asesinado en mayo del 74. La figura de Norma Arrostito. Toda la elaboración práctica del regreso y una felicidad sin asiento en la velocidad desatada de fuerzas centrífugas.

     El asesinato de Rucci. En el libro mi viejo comparte una pregunta que se hizo mil veces: “¿Qué le pasó a esa parte de nuestra generación? ¿cuánta responsabilidad tengo en la siniestra derivación que esa pérdida del rumbo hizo posible?".

     Escuché decir a raíz de este libro que el Perón del regreso es el mejor Perón. No lo siento así. El regreso es un acontecimiento político conmovedor aunque Perón en el final del ciclo vital buscando componer algo de lo indispensable no coincidió con la Argentina real. Querés cruzar el mar: regreso, reencuentro y amargo desencuentro nacional.

     A raíz de Conocer a Perón pensé mucho en el coronel que arremetió desde un departamento, una repartición estatal de poca cuantía, y después la Secretaría de Trabajo y lo que siguió y que fue poniendo bajo su órbita el mundo entero de los trabajadores, agregando competencias y competencias con una determinación tal que parecía alguien que había tomado carrera toda la vida previa para llegar más lejos que la imaginación de su época y mucho más lejos de lo posible. 
Su proyecto fue magnético y tuvo la ovación de la gran mayoría. Porque, de nuevo Marechal: “la gran virtud del justicialismo fue la de convertir una masa numeral en un pueblo esencial”. Los actos cotidianos de Perón desde el primer minuto del gobierno del 43 son lo contrario a la rutina estatal de la nada misma. Cada decisión diaria como un gran acto de gobierno, cada legajo un legado a la posteridad capaz de vencer su batalla terrenal trascendiendo para siempre el 1 de julio trágico con el cual mi viejo termina el libro, las palabras ya disneicas: mi pueblo, mi pueblo...

     Me contó que le dijeron "es demasiado desolador el final". ¡Y sí!, la historia real no eligió su propia aventura.


Paula Abal Medina es socióloga, UBA; investigadora del Conicet; docente de la UNSAM e integrante del CELS. El texto fue difundido en sus redes sociales. Tomado de Página 12.

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