A
100 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN RUSA
“La
Gran Revolución de Octubre"
“No es difícil darse cuenta de que vivimos
en tiempos de gestación y de transición
hacia una nueva época.”
(Hegel, Fenomenología del espíritu)
Este mes de Noviembre según nuestro
calendario (Gregoriano) se cumplen 100 años de aquellos acontecimientos que
describió tan brillantemente el periodista norteamericano John Reeds en su
famosa novela Diez días que conmovieron al mundo (Ten days that shook the
world).
Sin duda la “Gran Revolución de Octubre” nombre
con que paso a la historia fue uno de los hechos más significativo de todo el
siglo XX; los obreros, campesinos y soldados rusos organizados en Soviet (Asambleas populares)derrocaron a la
autocracia zarista y comenzaron a transitar la construcción de una nueva
sociedad sin explotados ni explotadores, la sociedad socialista.
Un siglo después esa experiencia sigue
suscitando por un lado la simpatía de todos los explotados, los excluidos y
humillados del mundo, de todos aquellos que para el sistema capitalista no son
nada más que un número y una máquina de producir ganancias. Y por otro lado el
desprecio y los ataques más furibundos de los explotadores y las derechas de
todo el planeta cuyos aparatos ideológicos y propagandísticos tergiversa e
inventa las más burdas mentiras para denigrar esta gesta heroica del pueblo
ruso.
Para estos traficantes de mentiras al
servicio del poder financiero, la revolución de Octubre no fue más que un
simple “golpe” elaborado por la maquiavélica cabeza de Lenin y ejecutado por
los bolcheviques. Para su mirada estrecha y despectiva para todo lo que sea
obrero y popular, el pueblo ruso era una desvalida comparsa confundida y
manipulada por los comunistas. En las referencia y comentarios de estos
escribas del poder será inútil buscar ni siquiera una insinuación sobre el
infierno capitalista en el que surgió en definitiva la revolución.
También silencian vilmente el dolor, la angustia, el sufrimiento
y la muerte que género la Primera Guerra mundial (guerra por el reparto
económico y de poder en el mundo desatada por las potencias capitalistas). Nada
se dice de la oprobiosa autocracia zarista que ahogaba al pueblo trabajador y
lo condenaba al atraso, la miseria y la explotación.
En verdad fueron esos obreros, campesinos
y soldados, quienes derribaron al trono imperial y si Lenin y los bolcheviques
se constituyeron en la dirección de esa revolución fue porque supieron
interpretar el anhelo de justicia e igualdad de los trabajadores rusos,
supieron escuchar a los campesinos en su necesidad de librarse de una nobleza
parasitaria y fueron sensibles a la necesidad de proclamar la paz para acabar
con la carnicería de esa guerra inter imperialista.
Cuando se habla de la revolución de
octubre se oculta o se olvida que este pueblo inicio la construcción de la
nueva sociedad , la sociedad socialista, no
solo como un hecho inédito, no
había ninguna experiencia que pudiera servir de guía, sino en
condiciones difícilmente imaginables hoy. Un país que además de su gran atraso,
perdió en un lapso de 30 años 40 millones de personas víctimas de dos guerras
mundiales y de la guerra civil impuesta tras la revolución por la agresión de
20 países capitalistas.
Solo en la segunda guerra mundial la
derrota del nazismo cuya carga mayor recayó sobre la Unión Soviética y su
pueblo, costó la vida de 27 millones de trabajadores y soldados; pese a todo
ello la URSS se constituyó en una potencia mundial cuyos logros en aspectos
como la ciencia, la educación, la salud, la cultura, el deporte, etc. son
incuestionables.
Hubo
también críticas bien intencionadas y no faltas de razón. Nadie podría negar
que en este proceso de construcción se
cometieran errores, equivocaciones y
desviaciones lamentables, No obstante señalar y reconocer este aspecto, no
sería ocioso reflexionar sobre las diferentes formas de concebir y evaluar un proceso social
de cambios: una es hacerlo desde una mirada mecanicista, lineal, sin
contradicciones, podríamos decir, idílicas, ignorar que hay fuerzas que actúan
en diferente dirección, con grupos que defienden con uñas y dientes sus
mezquinos intereses, fuerzas que cuentan con el poder económico, poderosas
relaciones internacionales etc., y otra es comprender que todo proceso social
tiene, si es un verdadero proceso de cambios, aciertos y errores, avances y
retrocesos, momentos de crecimiento y momentos de estancamiento, para los
primeros tal vez la experiencia del pueblo ruso puede verse como una utopía,
sueños idealistas, un romanticismo terminado en un fracaso. Si se la mira cómo
se desarrolla todo movimiento vivo y dinámico
con sus aciertos y errores con sus avances y retrocesos (como es la vida en si
misma), ni siquiera lo que consideramos
errores serán inútiles porque el error si se lo identifica y reconoce puede ser
un impulso para avanzar hacia una etapa superior.
Por todo esto el espíritu de la Revolución
de Octubre no ha muerto, porque expresa anhelos perennes de Justicia e
Igualdad, porque muchos de los problemas que planteara desde su origen no han
sido resueltos y por el contrario se han agudizado y es imposible que su
solución pueda llegar en el marco del sistema capitalista, porque es el sistema
capitalista quien los genera, entre ellos: la creciente concentración en unas
pocas manos de las riquezas del mundo, la destrucción del medio ambiente, el
recalentamiento del planeta con su consecuencia de fenómenos meteorológicos cada
vez más frecuentes, más violentos y con mayores costos para la humanidad, las
guerras de rapiña por el usurpa miento de las riquezas naturales con el costo
de millones de vidas, el individualismo, el consumismo , la competencia, la
ganancia, el culto al ego y la avaricia, la falta de solidaridad, todo ello en nombre del “Dios Mercado” está llevando a la humanidad al borde del
abismo.
Por eso se equivocan quienes creen que la revolución de Octubre ha
muerto, que es un hecho del pasado. La huella de esta revolución está allí y
100 años después su impulso aún no ha desaparecido. Este aniversario será recordado
y conmemorado por millones de trabajadores y de personas honestas en todo el
mundo.
“Cuando el cambio sobreviene en el mundo,
la época de la tranquila sobriedad y la paciente sumisión, es destruida,
arrasada porque la revolución es el vacilar de las cosas” (Hegel, Escritos
políticos)
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